El cuento

                                                    
Este cuento colaborativo nace bajo la iniciativa de la inigualable
Matilda, sin ella no se podría haber hecho. Os dejo todas las partes así como el enlace a los blogs de l@s distint@s Cuentistas.
Espero que os guste tanto como a mí. Se inicia la aventura

                                        EL  TRUPILLO





Hasta el tonto pájaro dodo se había dado cuenta de que aquello era extraño. Pero claro, no solían fijarse en el tonto pájaro dodo, no les hacía falta, ellos eran más listos, más rápidos, más guapos... vaya, más todo y por lo tanto cuando por la mañana olieron a pastel de manzana y decidieron seguir el olor nadie hizo caso del pobre Dodo que remoloneó todo lo que pudo en su cesta y trató de esconderse bajo su manta de cuadros. Olía tan bien que salieron de casa con el sombrero del revés y no pensaron que en aquella época no había ni una manzana para hacer pastel, que cuando uno va de excursión siempre debe llevar agua y un mapa, que si una cueva es de colores, como mínimo hay algo raro en ella, que conviene saber a dónde lleva un camino antes de seguirlo, que si oímos el ruido del mar será pague el mar está cerca, aunque no lo veamos y que jugar a andar con los ojos cerrados sin saber dónde estás, ¡no es buena idea!

     En fin, cualquier tonto pájaro dodo habría sabido todo eso, pero ellos... bueno, ellos no y allí estaban, sentados en la cubierta de un gran barco, sin mapa, sin tener ni idea de dónde estaban, de donde habían partido ni, pero aún, a dónde se dirigían… ¡Qué emocionante!



Por mucho que insistió Dodo, en que aquella situación repentina de olores y aventuras era cuanto menos rara, nadie le hizo el más mínimo caso e, incluso, fue objeto de desprecio y desaprobación por el resto del grupo. Aunque no lo aprobaba, allí estaba con ellos, en la cubierta de ese barco enorme. En la cubierta, no sólo había pastel de manzana recién hecho, sino todo tipo de deliciosos manjares y bebidas espumosas, capaces de hacer feliz al paladar más exigente. Y en el centro de todas estas viandas... un gigantesco cascarón de huevo.

      Sin apenas percatarse el enorme barco se soltó del amarre, sin que nadie viera ni quién, ni cómo lo hizo, hacia un rumbo desconocido para el grupo de jovencitos. Cuando quisieron darse cuenta, el barco estaba demasiado lejos de la costa y ya era demasiado tarde para intentar volver a casa. Entonces aparecieron los miedos, los llantos y los remordimientos. Y la noche. Llegó la noche y el grupo de pajaritos, siguiendo una indicación de Dodo, formaron un corro para protegerse y dormir. Pronto amanecería y, con la luz del día,  ya pensarían en el plan de acción a seguir... En la cabeza de Dodo estaba averiguar el significado de ese enorme cascarón de huevo en la cubierta y, con ese pensamiento, se quedó profundamente dormido.




Y a  veces las noche pasan como un sueño de alegres recuerdos pero otras... ¡Ay! Otras...  Se despertó sobresaltado, con la imagen del enorme cascarón de huevo que se hallaba en cubierta, porque... estaba en cubierta, ¿verdad? Le daba miedo ir a comprobarlo. En el horrible sueño de esa noche del enorme cascarón habían salido todos los miedos con los que Dodo llevaba cargando su corta vida. Pero la luz del sol empezaba a iluminar y calentar su mundo; y, al mismo tiempo, iba borrando de su pensamiento las terribles imágenes y comenzaba a darle las fuerzas necesarias para afrontar lo que el día le ofreciese... en compañía de sus amigos. Todos juntos
.


UNA EMOCIÓN CONTENIDA


Mientras uno empezaba a abrir un ojo, otro estiraba, perezoso,  el ala y causaba un pequeño cosquilleo al que todavía dormía profundamente. Dodo bostezó ruidosamente y consiguió despertar a todos. No. A casi todos. El amigo Milón siempre era el último.
¡Ay!, gruñó Dodo en respuesta al tirón de plumas que le acaban de dar. Su protesta se ahogó en el ambiente de confabulación de sus amigos. Se disponían a despertar a DorMilón a base de cosquillas.
Las risas, las carcajadas se mezclaban con el sonido del mar. Un pequeño movimiento del barco salvando una gran ola y todos al suelo. Más risas sin preocupación.
Pero la alegría no podía acallar el dolor de barriga. Tenían hambre. Nada de comer a estribor. Nada a babor. ¡Oh! En la proa seguía el huevo. ¡Vayamos!, gritó Dodo. Las tripas se les llenaron de curiosidad.
Por Una emoción contenida.
LOBO

... y de poco más, ya que, como bien les recordó Postilla, eso de comerse un huevo sería poco menos que un acto de canibalismo, así que tendrían que encontrar cualquier otra cosa que comer.

En esas disquisiciones se encontraban los siete retoños de dodo cuando algo crujió, aunque el verbo “Crujir” quizás no le haga justicia al ruido que produjo el huevo al romperse, quizás la palabra más adecuada sea “Tronó”.

Dodo y los demás se encogieron sobre si mismos, haciendo el famoso y mundialmente conocido como “movimiento tortuga”, que implica un movimiento lento de la cabeza en dirección a la fuente del ruido, mientras se dejan los ojos del tamaño de dos melocotones medianos.
Fascinados vieron como la parte superior del cascarón se desprendía como a cámara lenta, despacito, muy despacito, y por la rendija que se iba abriendo cada vez más, alcanzaron a ver unos ojos grandes, tan grandes como grandes pueden ser unos ojos grandes, grandes y verdes, de un verde que se podrían confundir con el color del mar en verano, y mientras todo esto sucedía, por la parte de abajo del huevo aparecieron unas piernecitas, diminutas en comparación con el resto, rompiendo la cáscara en la que habían estado encerradas, y tras sacudirse un poco ¡HOP! Las piernecitas levantaron aquella gran masa que era el huevo y salieron correteando por todo el barco, arrastrando 
consigo aquellos grandes, grandes ojos verdes.




Dodo y  los demás quedaron un par de minutos  paralizados y con los ojos desorbitados al ver aquella criatura correr por todo el barco sin dirección alguna,  apenas podían articular palabras de la impresión, con algo de dificultad y trastabillando un poco, Dodo logro hacer una pregunta ¿peperoo quee es eeso? A lo que respondieron ¡no sabemos!  Dodo logro reaccionar y dijo – hay que atraparlo no puede escapar, todos comenzaron a correr tras de él,  pero la inteligente criaturita parecía más inteligente que todos y lograba escurrirse por cualquier rincón a pesar de sus diminutas piernas que  más bien parecían llevar un resorte cada que saltaban, sus enormes ojos verdes brillaban tanto que parecían un enormes focos luminosos.
Ese día el barco se volvió un caos todos corrían y chocaban entre sí creyendo  haber atrapado a la criatura extraña,  mas de una vez exclamaron ¡lo tengo! Cuando en realidad se estaban atrapando a sí mismos, de pronto se encontraron reunidos en la cubierta principal del barco ya estaban algo cansados de tanto ajetreo a punto de rendirse cuando Dodo dijo ¡ahí esta!,  y si, ahí estaba, en un rincón, alzando su enorme pescuezo para observarlos, no podían creerlo nunca habían visto un pescuezo tan largo,  y de pronto se lanzaron todos sobre él, solamente lo vieron una vez más brincar sobre sus cabezas a punto de lanzarse al mar, y todos gritaron ¡nooooooo!  demasiado tarde, la desenfadada criatura se lanzo tarareando una canción.
Las miradas de Dodo y sus compañeros se cruzaron sin saber qué hacer, pero al mismo tiempo pensando lo mismo,solo Dodo se atrevió a preguntar ¿saltamos?...... 



Y como si todos juntos fuesen uno solo saltaron por la borda. Fueron cayendo de uno en uno, durante unos segundos sólo se escuchó: ¡chof!, ¡chof!, ¡chof!...
Hasta que todos estaban en el agua y nadie en el barco. Pero en ese instante no se dieron cuenta, tan sólo miraban a todos lados intentando localizar a la criatura extraña de diminutas piernas, pescuezo largo y grandes ojos verdes, que desde que había salido de ese huevo solamente les había dado problemas.
Esta vez Milón no fue el último, como solía ser costumbre, y gritó: ¡ahí está!, señalando a lo lejos.
La criatura extraña había llegado a una isla y paseaba por la orilla desafiante como queriéndoles decir: aquí estoy, si queréis algo tendréis que venir.
Mientras todos le miraban con la boca abierta, más bien, los picos abiertos, el barco movido por las corrientes se alejaba cada vez más de ellos. Dodo miró a su alrededor y vio que todos sus amigos estaban en el agua, si nadie estaba abordo sería imposible regresar al barco, la única solución sería llegar a la isla.
Todo el grupo de amigos se puso a nadar siguiendo a Dodo 
en dirección a la isla y al llegar allí...




Uno a uno fue pisando el suelo de la isla y fue Milón quien se percató que delante de ellos había restos del cascarón, pero de su ocupante nada.
Dodo enseguida encontró huellas frescas, por lo que invitó a todos a seguirlas.
De repente vieron que a pocos metros una rama de ciprés se movía. Efectivamente, era la extraña criatura que caminaba de una punta a la otra, balbuceando palabras que,por la lejanía, no podían ser entendidas en su totalidad.
 Milón reunió al grupo y les pidió que por favor no dieran un paso más y se quedaran allí sin hacer ruido. De esta manera sería él, quien se acercaría a averiguar un poco más cual era la historia que ocultaba este extraño personaje.
Un poco caminando y otro poco volando, se fue acercando a una distancia prudencial. Desde allí empezó a dar unos graznidos que lograron llamar la atención del ave posada en la rama, quien se detuvo al instante y le clavó la mirada.
Sus ojos transmitían, miedo y preocupación. Por lo cual, Milón, lejos de estar asustado, comenzó a sentir compasión por él.
Dejó pasar unos segundos y le dijo:
- No tengas miedo. Cómo te llamás?. En que podemos ayudarte?.
La extraña criatura, con desconfianza, miró a su alrededor. Principalmente se cercioró que el resto de la pandilla, estuviera lejos. Al parecer lo abrumaba la multitud.
Cuando se sintió seguro exclamó:
- Soy Babaio. Busco a mi mamá. Sé que mi mamá me empollaba y cuidaba. Desde dentro del cascarón podía escuchar su dulce voz, cantándome. Hasta que un día, alguien nos separó. Podés ayudarme?.
Milón entendió que Babaio había huído, por miedo ya que creía que él y sus amigos lo habían capturado.
Entonces le dijo que iría a hablar con los demás y contarles la situación. Le pidió que por favor no les tuviera miedo, que juntos harían todo lo posible para que él se reuniera con su madre.
Fue así como Milón le transmitió todo al resto del grupo, quienes por unanimidad, decidieron ayudar a  Babaio.
La noche estaba por caer, por lo que decidieron buscar un lugar donde refugiarse y al día siguiente continuar con la búsqueda. Aunque ellos no lo sabían, ésta búsqueda develaría muchos misterios...



Tres problemas graves atormentaban al variopinto grupo: Tenían hambre, debían buscar un sitio para pasar la noche y encontrar un medio para salir de la isla.
Lo más acuciante en este momento era localizar un lugar seguro donde guarecerse y descansar. La luz era cada ver más tenue, el terreno desconocido y no sabían qué tipo de inquilinos, si es que los había, podían pulular por la isla. El miedo a lo ignoto estaba haciendo mella en el ánimo de nuestros amigos.


   Tras una pequeña inspección abandonaron la arenosa y blanca arena para adentrarse en la tupida maleza. Escondida entre ella y a los pies de una rocosa formación descubrieron una abertura por donde podrían adentrarse y esperar al amanecer.
El grupo se fue acercando sigilosamente, y el primero de la expedición, nuestro amigo Milón se internó a inspeccionarla.
Una fuerte y atractiva luz azul lucía al fondo de la cueva. Cuanto Milón más avanzaba más fuerte e intensa se hacía…
Fuera todos estaban nerviosos. Cinco, diez, quince minutos… y nada. Ante tanta tardanza Dodo no pudo aguantar más ¿Qué habría dentro? ¿Alguna extraña criatura viviría allí recluida? Así que, sin pensárselo dos veces, se internó en la cueva. Y... ¿Cuál fue su sorpresa? ¡ Milón se encontraba atado a una gran roca y vigilado por una enorme dragona!


   Con la respiración contenida e intentando que su corazón dejara de galopar se reunió con el resto del grupo. Tenían que liberar a Milón, pero…¿Cómo? Y… ¿ De donde provenía esa intensa luz azul...?



MATILDE


 Pero Dodo había visto algo más. Por eso, mientras corría a toda prisa al encuentro del grupo su angustia crecía y por undécima vez en aquel día, los temores con los que el grupo comenzó esta aventura, cacareaban de nuevo en su cabeza : „que cuando uno va de excursión siempre debe llevar agua y un mapa, que si una cueva es de colores, o si en ella brilla una luz tan azul y tan intensa, hay algo raro en ella, que si oímos el ruido del mar …hasta un pájaro  Dodo tonto sabe esto...",  Dodo lanzó un grito tan enérgico al llegar, que consiguió poner a todos las plumas de punta: “ -!Están todos ahí!, no sólo Milón, a todos los tienen prisioneros”-. Un silencio pavoroso precedió al parloteo del grupo interrumpido solo por el gimoteo de Babaio, hacia quien todos giraron sus cabezas al unísono y por segunda vez en ese día. -„Mi familia-, se lamentó Babaio.



    Según contó Dodo la situación era la siguiente: una cueva que desprendía una luz azul e intensa, casi mágica, una Dragona, que la custodiaba, Milón atado a una enorme roca y vigilado muy de cerca por la Dragona y los huevos, enormes cascarones de huevos dispuestos en hileras...y al fondo lo que parecían enormes jaulas con, !claro! criaturas de grandes ojos verdes y cuello largo como... una vez más los ojos de todos se posaron de nuevo en Babaio, quien consiguió esta vez articular la palabra “mamá,” mientras recordaba en voz alta las últimas palabras que de ella percibió a través del cascarón “-no tengas miedo, hijo, voy a ponerte a salvo, son ellos, vienen a por nosotros...”-y al dulce canto consolador que le prosiguió después “.-Son ellos- explicó Babaio, con los enormes ojos chispeantes -los saqueadores de cascarones, los piratas de...-”
Pero Babaio bajó su cuello, abatido, pues no conseguía recordar nada más y ahora varios interrogantes pendían sobre las cabezas de todos como serpientes grotescas: ¿quienes eran estos piratas?, ¿qué pensaban hacer con todos esos huevos? ¿de dónde había salido esa dragona fantástica si en realidad los dragones solo existen en los cuentos? Y lo más importante, ¿lograrían rescatar a Milón, a todos esos huevos y a la familia de Babaio.




Pero de pronto Dodo, ayudado por la luz azul pudo divisar fuera de la cueva un loro, que había caído de un barco pirata, por estar curioseando a la mamá de  Babaio, que en últimas era una simple trabajadora de una empresa cigüeñal, que se encargaba de pulir los bebés antes de enviarlos a París donde está la casa matriz de tal particular empresa.

    El loro tenía bastantes mañas al fin y al cabo que su anterior amo, era primo hermano del capitán Garfio,  entonces el conoció el sistema “morse”, para comunicarse con la vieja cabina del galeón del cual había caído por estar de chismosín.

    El loro que era un viejo zorro, se quedo estupefacto al ver tantas plumas medio parientas algunas y otras totalmente desconocidas  amarradas, indefensas y sobre todos asustadas,  y por su puesto el  loro, que por cierto se llamaba Tongorito, se creía pirata y tenía una pata de palo,  no quería caer en ese juego desconocido; sin embargo  tuvo un asomo de solidaridad con su “familia plumífera”.

    Escondido en gran trupillo, árbol propio de la isla en que se encontraban, expulso un sonido  poco común, en vez  de parlar, hizo un fuerte rrruuaaaaaaaa , y se escondía, mientras Dodo,  empezó a hablar en voz baja a contarle a todos que fuera estaba su salvación, un loro que se encargaría de buscar ayuda,  podría ser un halcón, o ... y así propusieron muchas aves majestuosas, ornamentales y de rapiña.  La idea era que Tongorito fuera en su búsqueda para que los liberara… pero Tongorito, no podía hacer eso, por varios motivos, uno era un loro haragán y bucanero, y dos su vuelo no era ni largo ni alto…

    Se hacía de noche y todo era oscuro, hasta la luz azul perdía fuerza, el loro seguía escondido.. todos tenían hambre, por cierto se dice que Tongorito quedó estupefacto cuando todos empezaron a bostezar de hambre y sueño… menudo problema qué comerían? Pues Tongorito estuvo curucutiando en otros árboles y encontró, icacos,  marañón, mangos, y claro la luna estaba llena resplandeciente, y él les tiraba frutas como podía y raudo y veloz,  se volvía a esconder para no ser  atrapado.  Ya habían comido todos  y empezaron a quedarse dormidos algunos con un ojo abierto.

    Y a la media noche atraco un galeón lleno de bucaneros…. El lorito muy pillo se puso a tomar ron.. pero los otros desde la cueva y en complicidad con la luna se alistaron para vigilar desde lejos, cada uno cubría un frente, y resulta que estos piratas, que tenían un jefe que llevaba en su hombro un loro al que llamaba  como Oropel, y era un lorito educado para alabarlo, solo repetía: “es mi amo sangre amarilla pata de palo”…. Y de pronto empezaron a bajar grandes cofres, y baúles,    Dodo y los otros hacían silencio.. Mientras que fuera todo era jolgorio, risas, y carcajadas, se oían las copas a cada brindis por el tesoro que acaban de robar!

    Así transcurrió la noche  ahhhh y ellos habían bajado una maquina muy extraña,  a la que le echaban unas piedras y  salían convertidas en sal.. Dodo al día siguiente pensó que ellos eran los culpables de que el mar tuviera el agua salada.. Qué cosas!  Y bueno Dodo y sus parientes plumíferos  amanecieron con mucha sed,  y Tongorito con un guayabo tal que se cayó del trupillo y lo descubrieron y lo llevaron dentro…lo alinearon en la fila y allí quedó,  pero de los icacos que  llegaron en la noche quedo uno tirado fuera del  alcance de tan angustiadas y raras aves, y… quién lo creyera  el icaco emanaba una luz azul… entonces Tongorito mas  conocedor de mundo dijo a los otros, que los que hubieran comido icacos  seguramente se volverían …….. porque esos icacos eran mágicos y fue entonces que…

ANATEMA

Tongorico respiró hondo antes de revelarles el destino que les estaba reservado. Todos aquellos que hubieran comido los icacos se convertirían en sapos. Dodo, se estremeció. No sabía exactamente porque, pero algo podía recordar. Sapos, huevos de dragón. Una amenaza terrible. Pero no pudo poner voz a sus pensamientos porque fue entonces cuando comenzó a oírse un ruido como de lluvia cayendo. Pero ese ruido procedía no del exterior si no de interior de la cueva. De repente una voz, dulce como la miel y cálida como el sol, entonó un delicioso canturreo con el amargo fondo quebrado del sonido de lagrimas cayendo. “Mis bebés, mis dulces y pobres bebés”.
Toda la cuadrilla de aves se volvieron a mirar el origen del sonido. La dragona canturreaba, mientras perlas doradas caían de sus ojos. “Mis pobres y dulces bebés, convertidos en....” No pudo seguir, con sus alas de un brillante color azul acariciaba los huevos que ahora presentaban un leve brillo azulado.

Nuestros amigos no entendían nada pero sentían una inmensa tristeza en sus corazones y Babaio y su familia temblaban como hojas.

La mamá de Babaio habló en ese momento. “Este es nuestro fin” dijo y enseguida oculto su cabeza bajo sus alas.

Entonces todos miraron a Tongorito buscando una explicación y eso es lo que obtuvieron, aunque quizás hubieran preferido seguir sin saberlo.

De todos modos Tongorito comenzó a hablar:

“Es conocido por todos, especialmente por los piratas, que la única manera de obtener una criatura mitológica, cruel malvada y casi invencible es mediante los huevos de una dragona. Si esos huevos son incubados por los sapos lo que nacerá de ellos no serán dragones si no basiliscos”.

Un grito de horror proveniente de la familia de Babaio hizo que Tongorito agitara un ala pidiendo silencio.

“Los huevos de dragona solo pueden ser incubados por los sapos, pero no por unos sapos corrientes, puesto que los basiliscos tienen parte de reptil y parte de ave, deben ser incubados por sapos que antes hayan sido aves, su transformación ocurre cuando comen icacos, pero unos icacos especiales que solo existen en esta isla. Antes de que pase un día todas las aves que los hayan comido se convertirán en sapos.”

Dodo recordó en ese momento todo lo que había aprendido hacía tiempo sobre cuevas con luces misteriosas, sobre aventurarse en islas perdidas, sobre huevos de dragones y sobre las aves como Babaio.




“Y entonces dijo en voz alta. “Nos engañaste Tongorito, nos engañaste para servir a los piratas, pero no me lamento por mi, si no por Babaio y su familia, porque para que un basilisco recién nacido sobreviva ha de tomar la energía de un ser concreto, de un ave, un ave como Babaio y su familia. Por eso estaba el huevo en el barco, todo ha sido una trampa.”

Un temblor estremeció a todos lo animales de la cueva. Tongorito aleteó furioso, pero no dijo nada. Y en medio de todo el revuelo Milón se hizo oír.

“Creo que todavía podemos hacer algo” dijo elevando la voz “Quizás no todo esté perdido” concluyó, mientras miraba fijamente unas extrañas marcas en la pared de la cueva....





      
  Eran símbolos de antaño, escritos por antiguas aves, Milón, gran estudioso de sus antepasados entendía bastante de los símbolos y empezó a leer:

        “…los huevos preciados son, de ellos nacerán dragones, dragones de luz que darán estabilidad y equilibrio a la isla, pero como todo puede tener su lado negativo, si los huevos por seres malignos incubados son, basiliscos malvados nacerán….” “…si el elegido invocara a los 15 dioses creadores mediante el ritual de la luz azul sus hermanos volverían a ser dragones….”

      -¡Milón es la solución! – gritaron todos – pero quién es el elegido! No lo pone? Sigue leyendo Milón!
      -Lo intento pero aquí se ve borroso… dice algo como…que… los 13 dioses decidieron enviar lejos al elegido…, y que él volvería con su ejército de pequeños para poner punto final, sólo él con su tropa puede solucionar esto porque los 13 dioses lo han elegido!
      -¡Un ejército! Eso es lo que hace falta! Pero de pequeños? Unos seres pequeños tienen que ayudar al elegido contra basiliscos, ranas y piratas?
      -Esperad – dijo Milón – pone algo más, la misión del ejército de pequeños es llevar al elegido al árbol Trupillo más antiguo, situado en el centro de la isla para que el elegido invoque a los 13 dioses creadores! Me parece que sé quién es el elegido
       -¿Quién? - Respondieron todos al unísono.
        Milón miró a Babaio, “no nos digas!” se miraron todos incrédulos entre sí, presuponiendo que el ejército de pequeños eran ellos, pero Milón no contó todo lo que ponía en los símbolos y una mueca se marcó en su cara. Babaio, al asumir su papel de “elegido” decidió rescatar a sus compañeros para que lo llevaran al Trupillo como así marcaban los escritos, pero, ¿como? En su angustia por encontrar la solución sintió una vibración en su interior y miró a su madre, ella lo miraba y unas lágrimas se volvieron a escapar de sus ojos, también sabía lo que ponía en los símbolos de las paredes y sabía que ya no volvería a ver a su pequeño, y, de repente se dirigió a Milón y hacia el resto y rompió las cuerdas que los ataban, éstos salieron corriendo para reunirse con Dodo y Babaio y juntos se adentraron en la isla, mientras escapaban, se oían gritos y rugidos de la dragona desde el interior de la cueva, ¡los debía de estar protegiendo de todos sus captores!




          Enseguida encontraron el árbol Trupillo, ¡era inmensamente grande! Y Babaio enseguida supo que tenía que trepar en él, al llegar arriba, se encontró perdido no sabía que tenía que hacer, pero entonces Milón le dijo:
        -¡Babaio! Espera, yo he de subir contigo.

        Todos se miraron entre sí, “tú Milón?, porqué?”, “lo pone en los escritos, ya no os volveré a ver amigos, Babaio y yo nos vamos con los dioses, debemos de estar con ellos para que recuerden siempre qué fue lo que les unió a los 13, estaremos bien, muy bien y vosotros también, en cuanto nosotros lleguemos “arriba” todo quedará solucionado, la luz azul que desprenderá Babaio hará que los basiliscos vuelvan a ser dragones, los piratas se marchen, las sapos volverán a ser aves y vosotros tenéis una misión también, los dragones quedan a vuestro cuidado aquí en la isla, seréis su ejercito de pequeños que los acompañarán.” Todos se abrazaron, pero no había pena en su corazón porque sabían que todos iban a estar bien, mientras subía Milón al Trupillo, los de abajo se despidieron de Babaio, a Dodo se le escaparon varias lágrimas porque “cualquier tonto pájaro dodo” llora cuando no va a volver a ver a alguine tan especial como Milón, porque las separaciones, aunque sea para bien, ¡siempre dan penilla!

      Al llegar arriba Milón empezó a recitar:

     -Os llamamos a vosotros, los 13 dioses y os invocamos uno por uno:

 Oh Matildis, creadora de los comienzos y conciliadora de los demás dioses
  Oh Towande, Creadora y protectora de los huevos de dragón
 Oh Carmus, Diosa de la amistad y la unión
Oh Emocius continis, Dios de los sueños y despertares
Oh Lobe, Dios del movimiento
Oh Géminisis, Diosa del valor
 Oh Blancae, Creadora de las islas
Oh Cuentus Buskus, Creador de los recuerdos
 Oh Espea, Diosa de los dragones
Oh Matildea, Diosa de la familia
Oh Titus, Creadora de los trupillos y loros
Oh Anatemus, Creadora de las simbologías y escrituras
Oh Martus finalus, creadora de los finales 


Aquí estamos el “elegido” y el que “lee los símbolos” para reunirnos con vosotros”

       En esto el árbol se convirtió en una enorme esfera de color azul, Milón y Babaio quedaron situados en el centro de la esfera, la cuál, empezó a ascender hacia el cielo, entonces aparecieron las siluetas de los 13 dioses, Milón y Babaio se unieron a ellos, se les veía tan felices a los dos!, los dioses los rodearon, y se miraron los unos a los otros, siempre los tendrían con ellos, en su corazón, en su memoria y sonrieron porque, así, siempre recordarían qué fue lo que les unió!



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