jueves, 29 de marzo de 2012

Manteniendo la tradición

                                                             

Cuando llega este tiempo, en el que las tardes son mucho más largas, y el calor va poco a poco calentando nuestros corazones, los olores de la calle se mezclan claramente con los de los fogones.
Miel, azahar, pan frito y dorado...incienso, velas, colores, morados....los sentidos se despiertan y por cada poro de la piel parece que la vida rezuma con un poco más de alegría.

Es el tiempo de la Semana Santa olores, colores, música, sabores, texturas y sentimientos parece que se entre mezclan para hilar con hebras de oro y plata una Pasión que se hace viva cada primavera.

Y mientras tanto en cada hogar se vuelven a desempolvar las recetas de la abuela. En el cuaderno guardado con esmero, con manchas de aceite y un poco roido por el uso y por el tiempo, guardo con sumo cuidado aquellas recetas tradicionales que se hacían en  casa. Mis primeras recetas de mi vida de casada. Todo lo apuntaba, desde el puchero, a la tortilla de patatas así como el bizcocho de yogurt o el tocino de cielo...

Y un año más y como marcan los cánones a preparar las Torrijas. Cada casa las hace de una manera y a cada uno de nosotros creo que nos gustan las que nos recuerdan a los sabores de antaño, a nuestras abuelas ,a esas cocinas donde siempre había un puchero hirviendo, unos garbanzos o unas lentejas, y si de improviso aparecía alguien, nada, un poquito más de agua y un puñadito más al fogón.

Y heme aquí sartén en mano preparando las tan ansiadas Torrijas. ¿Este años no nos haces torrijas? ¿Cuando vas a hacer las torrijas? ¡Si ya las hay en las tiendas.! Y como no queda más remedio,¡al lío!
Me gustan las pequeñitas no solo porque se hacen más rápidas, sino también porque son más fáciles de comer. ¡Un par de bocados y listo! pero  ¡ay que peligro! tan rápido se hacen como se acaban.
Suelo preparar por un lado la miel rebajada con agua y un chorrito de zumo de naranja ( para que se pongan más brillantes)y la voy dejando cocer a fuego lento. Mientras en una sartén preparo el aceite de oliva suave o de girasol, para que no queden muy fuertes. Al lado mismo voy empapando el pequeño pan en vino blanco y tras pasarlas por el huevo ¡a la sarten que ya humea!Escurridas en un plato y una vez frías, van pasando una a una a su baño de estrellas. Dorada miel humeante que va perfumando cada rincón de la casa ¡Umm, qué bien huele!, y de allí a reposar en su fuente.



Deben estar buenas, porque en mi casa duran muy poco , y en esta semana previa las he tenido que repetir ya por dos veces


¿Gustáis? Estáis invitados, entrad y serviros
Y es que esta explosión de los sentidos no nos puede dejar a nadie indiferente.