En su esquina, junto a la panadería , en una silla alta, como todas las mañanas, allí se encuentra Ana : Sus ojos no pueden ver, pero atraves de nuestras voces es capaz de reconocer a cada uno de nosotros, llamarnos por nuestro nombre, preguntarnos por la familia, por el trabajo... Siempre una sonrisa dibuja sus labios.
La vida no le ha sido fácil, una ceguera quizás de nacimiento, una familia, unos estudios que con mucho esfuerzo pudo realizar. Pero allí está siempre sonriendo, siempre amable, siempre atenta a cualquier cambio que pueda percibir.
Ana fue tocada por la gracia divina, a pesar de la deficiencia física , y no le pudo venir mejor el nombre de origen hebreo con el que fue bautizada ( Dios se ha compadecido), es un ángel que cada mañana intenta llevar ilusión a cada uno de los transeúntes que pasan por su lado. Algunos se acercan y le compran el cupón , otros tan sólo la saludan , pero estoy segura que un día y bajo esa sonrisa constantemente dibujada dará la suerte a alguien , pero a alguien que verdaderamente lo necesite, y en ese momento subirá a lo más alto para bajar y seguir dándonos ejemplo.
¡Cuántas veces aún pudiendo ver atraves de nuestros ojos estamos ciegos y no somos capaces de percibir al que tenemos al lado!